El parque Luo Fu

En la segunda parte de visitas después de haber ido a hacer las ofrendas pertinentes, aún quedaría otro lugar que visitar. No importaba tener que tragarse otro día poquito de colas, allí estábamos todos con el mismo día propósito pero sabiendo cómo es el carácter de los chinos al volante pues las pitadas, adelantamientos por arcén o con doble raya continua no importaban.

Situado en los alrededores del monte Luo Fu, íbamos a visitar el parque del mismo nombre. Espacio verde, lago, templo; en definitiva, un sitio para el esparcimiento y donde disfrutar bajo la sombra de los árboles o al calor del solecito en aquel día un tanto inusual.

Todo hay que decirlo, el lugar tenía muy buen aspecto y eso ya decía algo. Cuando llegamos a la puerta principal del complejo nos podíamos encontrar con que tenía clasificación AAAAA en los estándares de China; así costaba unos 70 yuanes por persona la entrada, aunque los que fuesen del Año del Caballo estaban de suerte porque les saldría gratis.

¡Vamos allá! Sigamos a la gente y luego a dispersarse que por lo que vi en el mapa, bastante extensión tiene. Y no me faltaría razón al término de la visita, porque no llegamos a ver todo y eso que yo me pude aventurar a explorar un poco más. Queda pendiente para la próxima.

No pude evitar acordarme de aquel divertido programa de la tele y sus clásica prueba de las zamburguesas, jaja, aunque en esta ocasión todos superaron la prueba 😀

Y si por si acaso alguien se preguntaba el nombre del lago en cuestión: El lago del Loto Blanco que por lo que contaba en la tablilla tiempo atrás era la flor que predominaba en el lago y de ahí le venía.

Justo al fondo donde termina el lago se encontraba el templo Chongxu al cual peregrinaban los visitantes. Los puestecitos justo a la entrada ofrecían desde varillas de incienso, molinillos de viento e incluso moneditas para poder tirar a un pozo de los deseos con dragones que tenía a mis espaldas. No debe ser mal negocio vender todo esto y además algunos refrigerios, porque con el calor de quemar incienso junto con que ese día la temperatura había subido de forma inesperada.

Ya en el camino de vuelta decidimos ascender a la «Colina del Ciruelo», cuyo nombre viene de la cantidad de ciruelos allí plantados y en algunos de los cuales habían empezado ya a florecer. Una parte menos transitada del parque y desde la cual disfrutar de unas bonitas vistas de las montañas cercanas.

No fue una mala forma de culminar el día con esta visita. Todo lo que sea conocer rincones nuevos es algo que siempre me gusta, a pesar de la masificación de esos días pero en parte comprensible por estar metidos de lleno en unas fiestas tan importantes como las que se celebraban.

Apuntes

Entre las primeras tareas del año que todos nos solemos proponer es: «hacer limpieza y ordenar un poco». También es cierto que con la mudanza de hacer un par de meses siempre se cuelan cosas que luego hay que revisar con más calma y como no, es una buena práctica de cara a finales de mes con la llegada del año chino y viene bien hacer limpieza.

Algo de cablerío, revistas y algunos bloc de notas a medio usar. Precisamente en un bloc, algo infladito, rescaté algunos papeles que me trajeron bastantes recuerdos. Entradas a monumentos, folletos informativos o billetes de tren. Todos ellos se remontan a los primeros viajes entre China, Japón y Vietnam.

Esto me ha dado una idea para rescatar parte de estos viajes, de los cuales escribí en su momento pero seguro que algo se me quedó en el tintero. Parte de mis memorias viajeras que no viene mal rescatar.

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¿Qué les llama más la atención de la foto anterior? ¿Han estado en alguno de los sitios que puedan identificar?

Creo que tengo material suficiente para ir elaborando las historias poco a poco y mientras rebusco en mi galería de fotos. Ahora sólo me queda fijar un día y hacerlo una costumbre, esperando que no me estanque. A ver qué tal sale el rescate de estos apuntes 🙂

Sabor cantonés

Tras haber pasado la Nochebuena y el día de Navidad por la ciudad, habíamos planeados para el siguiente par de días irnos hasta Guangzhou. El estar viviendo en Fanling la verdad que facilita un poco más las cosas y ahorra tiempo en el transporte. A tan sólo dos paradas de la frontera con Shenzhen y luego coger un tren directo de una hora escasa de trayecto para llegar a la estación de tren Este de la ciudad.

Llegamos en la tarde-noche del jueves. Ese día nos lo tomamos con calma por la mañana descansando un poco más en casa y luego preparar un par de cositas para la escapada hasta el sábado. Y para el tema alojamiento, a pesar de tener algunas referencias ya nunca viene mal una miradita a algunas web como Destinia o similares.

Las luces iluminaban los edificios del distrito financiero, entre ellos el IFC (originales con los nombres, jeje) que es uno de los más altos. En los alrededores hay unos cuantos edificios más en plena construcción, algunos a medio terminar y otros que apenas están empezando. La ciudad ha experimentado muchos cambios en este espacio de cuatro años desde que la visitase por primera vez y aún le queda por crecer, seguro.

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La Torre de Cantón es otro referente que gana mucho con el colorido y es agradable pasear por la esplanada que hay que a sus pies, y bien abrigados porque el frío de hacía notar.

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Hubo tiempo de descubrir lugares con encanto como este café.

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Esta zona que hace años que era principalmente industrial con muchas naves repartidas a lo largo de una calle como eje principal. Un sitio muy interesante en el que hay mucho que ver y merece la pena pasar unas cuantas horas recorriendo las exposiciones, tienditas y algunos de sus cafés o restaurantes.

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Y como no hasta pudimos probar algo de comida callejera, siempre hay un huequito que antes de ir de vuelta al hotel a descansar. Unos dumplings muy caseros que encontramos en un poco puestito y que tan sólo por 10 yuanes nos supieron a gloria 🙂

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Tan sólo con dos días pero parece que lo aprovechamos bastante; esto tan sólo son unas pinceladas digámoslo de alguna forma. Guangzhou tiene bastante que ver y no descarto hacer alguna otra visita en los próximos meses.

Con lo necesario

No importa que nos vayamos de escapada de fin de semana o bien que tengamos por delante un viaje de varios meses, en una medida u otra es importante saber qué vamos a llevar con nosotros y es aquí donde debemos priorizar en función de nuestro viaje.

Recuerdo como si fuese ayer cuando emprendía mi aventura hacia Hong Kong por primera vez y tenía que ponerme manos a la obra con el equipaje para un periodo inicial de quince meses fuera de casa. Los primeros dos-tres meses estaría un poco deambulando hasta que finalmente me pude asentar durante un año completo. Tuve mis dudas sobre el tamaño de la maleta, así que en vez de coger algo demasiado grande y poco práctico, decidía repartir entre una maleta más grandita que facturaría y otra de mano con algunas cosas más. Tuve incluso un ayudante de excepción que por aquel entonces contaba con apenas un añito y medio de vida, hasta tenía ganas de venirse conmigo, jeje.

No era cuestión irse muy cargado porque ya sabemos que los kilos de más luego se pagan a precio de oro y siempre queda la posibilidad de comprar las cosas más adelante en caso de ser necesario. Puede que igual a veces se nos cuela algo en el equipaje que pensamos darle más uso, pero al final lo dejamos aparcado. Así que, en viajes largos hay que pararse a pensar sobre las cosas esenciales y además poder viajar ligeritos.

Respecto a hacer un check-list de qué llevar o no, siempre es una buena costumbre y así sabemos que no se nos haya pasado nada por alto. Para los viajes cortos (2 a 4 días) que son la mayoría que hago por la zona asiática, lo resumiría en:

  • 3-4 Camisetas
  • 2 Vaqueros y/o pantalón corto (depende del clima).
  • Ropa interior.
  • Cholas.
  • Aseo personal.
  • Gadgets (móvil y cámara de fotos con cargadores respectivos, adaptador)

Y con esto vamos servidos. Cabe perfectamente en un trolley de mano o bien una mochila que tenga buena capacidad, sin llegar a ser un backpack (unos ejemplos en esta página). Ahora sólo nos queda disfrutar del destino de nuestra escapadita.

Y ahora como que apetecería estar contemplando este bonito atardecer desde la playa blanca de Boracay, ¿verdad? Van apeteciendo unas vacaciones conforme se acercan las fechas navideñas, y seguro que muchos de ustedes están deseando escaparse bien sea a un destino más tropical o quizás para pasar unas fiestas con más ropa de abrigo y donde reina el color blanco.