Acogedor

Si hoy estaban esperando que hablase de comida, va a ser que no y he pensado mejor que entre tantos platos también hay cabida para dar a conocer sitios donde disfrutar de una buena copa o cóctel. El ocio nocturno de la ciudad tiene infinidad de sitios, muchos que llevan ya un tiempo establecidos, unos que vienen y otros que van.

Desde luego que soy mejor conocedor de sitios en la isla de Hong Kong pero en lo que respecta a la zona de Kowloon también hay unos cuantos sitios muy interesantes donde tomar algo, aquí uno de ellos y de reciente descubrimiento por mi parte. Se trata del lounge «Room One» que está en el hotel Mira en Tsim Sha Tsui. Sofás cómodos, buena selección de bebidas y hasta con algo de música en directo. La idea surgió cuando después de haber ido a cenar hot pot con unos amigos sugirieron de ir a tomar un postre o una copa, finalmente decantándonos por la segunda opción.

La iluminación algo tenue y con luces de tonos azules, violetas; crea una atmósfera algo más personal. La música no demasiado alta permite que charlemos sin problema. Tan sólo una velita da luz a las mesas pero es más que suficiente.

Y de los cócteles, ¿qué decir? desde los clásicos mojitos, margaritas o caipirinhas hasta una selección de whiskies o algunos cócteles marca de la casa. Como ven en la mesa, la mayoría se decidió por gustos afrutados. Yo en concreto pedí el Red Lotus, combinación de vodka con lima, frambuesa y fresa con unas hojitas de menta. Me agradó bastante la verdad, y del resto de la gente creo no haber escuchado ninguna queja al respecto, jeje.

Un lugar alejado del bullicio de las compras, perfecto para ir con amigos o en pareja y merece la pena probar. Para mi desde luego fue una grata sorpresa el lugar, les animo a que si tienen ocasión no dejen de ir si quieren disfrutar de lo que ofrece la noche en el lado de Kowloon.


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Contacto Mallorca

 

Llegaríamos a la isla un sábado de tarde después de pasar unos días increíbles en Barcelona con muy buen tiempo y esperábamos que en Mallorca fuesen igual de buenos pudiendo disfrutar más del mar con algunas raciones de playita.

El vuelo es bastante corto con lo que casi ni te enteras, pero ya se sabe lo que pasa en los aeropuertos que uno invierte más tiempo pasando por el mostrador de facturación, seguridad y llegar a tu puerta de embarque con la consiguiente espera, que lo que fue el vuelo en sí. Lo malo una vez llegado al Aeropuerto de Palma de Mallorca, lo larga que se hizo la espera hasta que pudimos coger el coche que habíamos alquilado para esos días de estancia.

¡Qué ganas, por fin conducir! una de las cosas que más echo de menos estando en Hong Kong, aunque el transporte público con lo bien que funciona y cubriendo nuestras necesidades, uno no necesita más de momento. Y éste fue el coche que elegimos. Mentira, que nos dieron un modelo superior pero al mismo precio y ni tan mal 😀
 

Había sido precavido y memoricé los mapas en el móvil para orientarnos por los alrededores de la capital, aunque al final me terminé haciendo un poco de lío con una intersección e hicimos algún kilómetro de más pero finalmente llegamos a nuestro hotel. Mientras dejé las maletas en la puerta con mi novia, me fui a dejar el coche al aparcamiento más cercano. El hotel no estaba en el centro, centro pero se podía ir muy fácilmente bien en coche o igual a pie con algo más de paseíto, eso sí, parecía una zona bastante tranquila y el sitio por fuera inspiraba bastante relax.

¿Qué les parece la habitación? bonita, ¿verdad? Si hay algo en lo que confío, es en el buen gusto de mi chica a la hora de escoger el alojamiento, aunque si es cierto que le cuesta un poco decidirse pero siempre dan con una buena elección y esta no iba a ser menos.
 

 

 

Nuestra primera noche en la isla iba a ser de relax absoluto, luego ya tendríamos el día del domingo por delante para aprovechar y ver más cositas. El plan era ir en busca de algunas calitas por la zona sureste, tenía algunas recomendaciones pero seguro que improvisaríamos un poco. A ver qué tal se nos da, en la próxima entrega lo sabrán. Pero aún quedaban horas de sol para irnos hasta la avenida y disfrutar de un paseíto contemplando algunos barquitos de impresión.
 

 

Finalmente, Singapur

Parece que ha costado, pero el viaje llegaba a su fin. Una semana bastante intensa pasando el fin de semana anterior en Bangkok y luego la estancia en Koh Tao donde obtendríamos nuestro título de Padi Open Water. Pero aún quedaba lo mejor, un reencuentro con nuestro amigo y compañero de beca Miguel que sigue residiendo en Singapur.

En esta ciudad, sería donde mi viaje terminaría y pondría rumbo a Hong Kong. En cambio, Alberto podría seguir disfrutando de unos días más de relax en la ciudad y luego volver a Tailandia para seguir tostándose al sol, cosa que no tuvimos mucho tiempo durante el curso de buceo pero que mereció la pena.

Para ambos, Singapur era un lugar que para nada nos era extraño, al contrario, anteriormente ya habíamos estado en algunas ocasiones pero siempre es agradable volver y más si se visita a los amigos. Poder disfrutar de la rica comida local en uno de los muchos food court que existen..
 

O contemplar las bonitas vistas nocturnas desde la casa de Miguel
 

¿Qué nos quedaba por ver? Esta es la respuesta: el Marina Bay Sands. Pero no es tan sólo por el edificio en sí, sino lo que uno puede divisar desde lo alto. Recuerdo que en el anterior viaje aún estaba en construcción y cuando hemos ido esta última vez, hace poco que ya celebraban un año desde su apertura. El diseño es arriesgado y no deja a nadie indiferente.
 

Y una vez arriba, creo que las fotos hablan por sí solas 🙂
 

La ciudad en la oscuridad y solamente alumbrada por las luces de los rascacielos, la farolas de las calles y los coches que no dejan de pasar. Estamos a sábado y la gente aprovecha para salir a disfrutar de la tarde-noche, es lo suyo.
 

Haciendo un círculo vamos recorriendo la plataforma acristalada de un lado a otro, parando a cada rato (si es que hay hueco) para sacar fotos desde los distintos ángulos.
 

 

Una chica se ofreció amablemente a sacarnos una foto. Tan entusiasmados estábamos sacando fotos cada uno por su lado, pero una foto conjunta en un lugar como este no podía faltar. Nos merecíamos disfrutar de la noche singapuriense después de tanto ajetreo en días anteriores, y es que en parte, era un alivio estar en un entorno más moderno y sobre todo cómodo.
 

Ya casi habíamos dado la vuelta completa. Si se fijan con algo de detalle, al fondo de esta foto se pueden apreciar las luces de las grúas del puerto de la ciudad. Pero aún no daríamos la visita por concluída…
 

En lo alto también podemos encontrar el restaurante Ku De Ta donde se pueden degustar platos de cocina asiática moderna (japonesa, china, tailandesa o indonesia). Ya que estábamos allí y sería la última noche antes de terminar el viaje, dijos por qué no intentarlo y parece que la suerte estuvo de nuestro lado. Sin reserva previa y en menos de 20 segundos, una mesa para dos salió de la nada, y nosotros tan contentos.

Sashimi de salmón, filete de atún a la plancha, pinchitos de carne y unos chopitos fritos fueron nuestras elecciones. Estaba todo exquisito y las raciones bastante bien servidas. He de decir que me las imaginaba de entrada mucho más minimalistas, pero con los platos que pedimos nos quedamos más que satisfechos.
 

Y de postre: mousse de maracuyá con unas galletitas y un toque de mango (si no recuerdo mal).
 

Muy contentos que quedamos y decir, que el precio no tan caro como uno se pueda esperar, además, era una ocasión especial y lo merecía. Antes de bajar decidimos dar un paseo por la zona del hotel que cuenta con una zona ajardinada y que da acceso a la piscina, y ya se lo imaginarán…
 

Bañarse en ella es todo un espectáculo, aunque nos conformamos con verlo de lejos. Igual si en un próximo viaje a la ciudad y tengo la suerte de alojarme en el hotel, podría contar la experiencia desde otro punto de vista.
 

Ya cenados y dispuesto a salir, la noche no había hecho más que empezar. Nos íbamos alejando despacio del edificio, luce impresionante de noche y con el reflejo en el agua aún más.
 

No era un adiós, sino un hasta pronto. Singapur siempre estará dispuesta a recibirnos con los brazos abiertos y poder descubrir más cosas en cada visita, sino, aquí hay una prueba. Creo que ya sé por donde perderme para la próxima.
 

Lone Pine

 

La elección de un buen hotel es clave para que nuestras pequeñas escapadas viajeras puedan ser más relajantes aún, si es esa nuestra intención. Está claro que en los viajes, hay variedad de gustos y por tanto, hay que pensar qué es lo que más nos conviene a la hora de elegir nuestro alojamiento (ubicación, servicios, precio..entre otros). En Internet podemos encontrar cantidad de páginas webs, algunas como la web de Wimdu que ofrece información muy completa sobre alojamiento en muchos rincones del mundo.

En el reciente viaje a Penang, después de habernos estudiado un poco la geografía de la isla y las distintas áreas de hoteles, optamos por elegir la zona norte y más en concreto en Batu Ferringhi. Una zona tranquila, con playa cerquita y situada a unos 20 minutos de Georgetown. Y el hotel elegido, es el que da nombre a la entrada de hoy: Lone Pine. Ni que decir que el día anterior, con el viaje y demás no tardamos mucho en irnos a dormir con lo que las fotos las dejaríamos para el día siguiente.

Curiosamente, este hotel es el primero que se construyó en la zona allá por el año 1946. Ahí sigue al pie del cañón, aunque hace no mucho se llevaron a cabo unas renovaciones para que se siga conservando en buen estado.

El día amanecía un tanto nublado pero al poco el sol empezaría a calentar con bastante intensidad, los primeros rayos empezaban a dar calor, iluminando los pasillos. Con una decoración de toque minimalista, contraste del blanco de las paredes y el negro del suelo, pero con un estilo acogedor. Esa es la sensación que tiene uno mientra recorre el pasillo de camino a la habitación. Teníamos asignada la número 215, escondidita un poco más adelante a la izquierda.
 

Como podrán observar, la habitación es bastante luminosa y espaciosa. Ya me gustaría tener una cama como esa en mi casa de Hong Kong, pero el espacio es el espacio amigo. No podía faltar tampoco una televisión con varios canales locales, aunque en esta ocasión no contaba con base para ipod como cuando nos quedamos en el hotel de Huizhou, pero sólo un pequeño detalle, ya que, el resto estaba todo a nuestro gusto.
 

Y asomándonos un poco al baño con puerta de cristal, bastante llamativo. No den ideas, jaja.
 

Yéndonos al balconcito, nos encontramos con vistas al jardín y la piscina. Oculta tras los árboles la playita a dos pasos, por la que pasearíamos en varias ocasiones tanto después de nuestro primer desayuno como en las tardes viniendo de vuelta de almorzar. En el entorno se respiraba una tranquilidad total, sin apenas ruido. Sólo el «canto» de algunos pájaros: uaaaaaaa, uaaaaaaa! 🙂 y las olas de fondo. No podíamos haber elegido mejor sitio para desconectar por unos días.
 

 

Momento de pasear por algunas zonas comunes del hotel, pequeñas estancias que bien podrían recordar a un salón convencional. Algunos sofás, una mesita para echar una partida a las cartas o el mahjong. Sentarse para charlar un rato, leer o simplemente descansar resguardados del sol que empieza a notarse.
 

 

Pero ya que hemos venido a un sitio cálido y con ganas de coger colorcito, mejor darse una vuelta por los alrededores de la piscina. Elegir nuestro rinconcito preferido, desplegar toalla y echar un rato a disfrutar del solecito, eso sí, que no falte protector. No nos confíemos que luego igual tenemos un ligero tono rosadito, jeje.
 

¿A quién le apetece un chapuzón?
 

Para aquellos que quieran estar más cerca del meollo, las opciones de hoteles en Georgetown son variadas pero si nos queremos alejar sólo un fisquito, la zona en la que se encuentra el hotel es más que recomendable. En las cercanías no faltan restaurantes, tiendecitas, sitios donde tomar jugos de frutas… hasta un mercadillo que cobra vida cuando empieza a caer la noche. Sin duda, no nos defraudó y acertamos en la elección.