Desde la última vez que visitamos a la familia de mi mujer, se habrán imaginado lo que ha llovido y con la pandemia de por medio. Finalmente esta pasada Semana Santa pudimos volver al continente.
Esta es la parte fácil, aunque cuando uno cruza la frontera siempre tiene que armarse de paciencia en lo que te atienden. Obtener el visado es ya otro punto y a parte, la de gente que hay estos días solicitándolo.
Desde Shenzhen nos vinieron a buscar y después de un trayecto de poco más de 1hora, llegamos a Boluo que es donde reside la hermana de mi mujer. No era mi primera vez pero siempre habíamos estado de pasada, y en esta ocasión nos quedaríamos varios días.
Los primeros días fueron de reuniones familiares y con poco tiempo para escaparme a correr, hasta que finalmente pude y salí a explorar por los alrededores. Crucé este puente sobre el río Dong y me dirigí cerca del núcleo urbano.
La noche anterior había llovido un poco y el ambiente estaba perfecto, sin humedad y algo de brisa.
Fui callejeando en paralelo al río hasta que llegué a una zona de casitas con algunos murales curiosos.
¿Y si paso este portal a dónde me llevaría ? Creen que seguí por ahí o bien di media vuelta.. En la próxima entrada les cuento 😉
Después de haber llegado de madrugada, la ciudad nos recibía con un buen día de sol y cielo despejado. Hola Bangkok! aquí estaremos durante los próximos cinco días para disfrutar con nuestras hijas.
Echando la vista atrás, la última vez que había pisado la ciudad fue por allá en el 2011 cuando hicimos escala Alberto y yo antes de poner rumbo al sur hacia Koh Tao. Una ciudad que no deja indiferente a nadie, una gran urbe pero donde las cosas funcionan con bastante armonía.
Hay tráfico? sí, pero inevitable en cualquier ciudad asiática. Se pasa calor? pues a beber más coco o limonadas 😀 pero es que se come muy bien, tiene templos y zonas comerciales. En nuestro caso, sabiendo que la ciudad contaba con unos cuantos centros comerciales (Siam Paragon y similares) donde poder entreternos y estar al fresquito, era la opción que más no convenía.
Este puestito de mangos fue un muy buen descubrimiento. Tanto así que fuí en más de una ocasión para comprar un «sticky rice». Se ve que era un sitio popular para turistas porque siempre estaba bastante animado, incluso escuché alguna gente de Hong Kong. Muy recomendable el sitio, bien cerquita de la salida de metro de Thong Lor.
El metro es otra de las comodidades que tiene la ciudad, además de tener una perspectiva diferente de la ciudad. En esta ocasión tuve que ir a una parada de distancia para ver si daba con un sitio para cambiar dinero. Siendo domingo la cosa no estaba fácil con las casas de cambio pero finalmente encontré uno abierto y cambiar para los siguientes días.
En una de las vías principales y donde estaba situado nuestro hotel, cruzar la calle puede ser un poco odisea aún habiendo semáforos. Y curiosos algunos de los vehículos como esta mini guagua, llena hasta más no poder..
Justo cuando volvíamos de haber estado visitado «The Commons«. Un espacio bastante interesante donde encontrar tiendas, sitios para comer y también algo de arte.
También con tiempo de poder visitar el famoso templo de Wat Arun. Eso sí con un día de bastante calor, el que más durante nuestra estancia. Menos mal que fuimos bien entrada la tarde, pero la sudada no nos la quitó nadie.
Así que, el cuerpo pedía tomar algo fresquito. Mantenernos hidratados y protegidos de los rayos, sobre todo las niñas.
Cada día empezamos con nuestro desayuno, un poco más tarde algo de piscina y luego turno para salir a dar una vuelta. Bien nos quedamos cerca de la zona del hotel o bien nos movimos en taxi hasta otro sitio. Con las niñas no se puede llegar a planificar todo y hay que ir improvisando según se vaya viendo.
Por lo general diría que el viaje salió bastante bien y disfrutaron, que es lo más importante. Fue una buena excusa el poder aprovechar antes de que cumplieran 2 añitos (justo regresamos a HK un día antes de la fecha).
De esta vez no podía dejar de llevarme los tenis de correr durante los días que pasaríamos con la familia. Tiempo hay para todo y mejor aún disfrutando del campo.
Tierras llanas y que se extienden ante tu mirada con alguna montaña a lo lejos. Son campos de cultivo atravesados por canales de agua, torres de alta corriente o también algunas autopistas elevadas. El progreso en China a base de mejorar sus infraestructuras uniendo campo y ciudad.
El segundo viaje en poco tiempo de las niñas, igual le están cogiendo gustito a esto de viajar no? si en el mes de Mayo fuimos a ver a la familia en Tenerife; esta vez nos dimos un saltito a Japón y volvimos a Osaka. Tres años ya desde la vez anterior, destino que también sirvió a modo de pequeña luna de miel. Esta vez vinimos con la familia casi al completo y con otra familia amiga, una pequeña tropa de gente 🙂
A pesar de no haber llevado conmigo la 7D, sacamos bastantes fotitos allá donde ibamos. Y en el aeropuerto como no, algunas fotos más en lo que hacíamos tiempo después de dejar las maletas en el mostrador de facturación.
Moverse con un carrito de bebés implica tener que ir buscando el acceso a los ascensores, que no siempre es tan fácil. Curioso que para acceder a la planta 3 había que buscar otro ascensor que andaba un poco más escondido.
Haciendo tiempo
El aeropuerto de Kansai parece que poco a poco se va renovando y mejorando sus instalaciones. No obstante, hay algunas zonas que tienen como un poco de aire retro jeje. Seguro que Flapy que está más curtido tendrá una visión mejor de este aeropuerto. Pero lo cierto es que no le falta de nada: buena oferta de restaurantes, aseos, duty-free y zonas de descanso.
Por suerte las niñas pudieron dormir en lo que hacíamos tiempo para ir a la puerta de embarque. Un poco de tranquilidad después de un almuerzo movidito. Listos para regresar a Hong Kong! la vuelta siempre es un poco más pesada y más aún si al día siguiente tiene uno que ir a la oficina. Tan sólo poco más de 3 horas de avión y estaremos de vuelta; coger un taxi con todos los bártulos y para casa.
Volveremos, seguro
Gracias Osaka por hacernos pasar unos días agradables, aunque calurosos. Paseamos, comimos, compramos y turisteamos un poquito. No dudo que volveremos en el futuro, bien para explorar algo más la ciudad o como base de operaciones para movernos por otras ciudades de la zona. Nos encanta Japón y siempre nos quedamos con ganas de más, tantos sitios aún por visitar 🙂