Este pasado domingo nos fuimos al campo de golf en Fanling en un día de puertas abiertas. Puesto que el pasado día 1 se celebró el 25 aniversario del día de Hong Kong, había organizado para que las familias pudieran acceder de forma gratuita.
Inicialmente estaba planeado para hace unas semanas pero tuvieron que posponerlo por la llegada de un tifón. El proceso sencillo, tan sólo rellenar un Google Docs con mi nombre y el número total de asistentes.
Desde las 10 de la mañana y hasta las 6 de la tarde para acceder. Nosotrks fuimos a eso de las 2, y con el calor que hacía, pero sin que faltase el agua y aprovechando la sombrita.
Primeramente habíamos ido a la zona de niños con algunas atracciones hinchables y otros juegos.
Entre una cosa y otra se nos fueron casi dos horas, aún así la gente no dejaba de llegar para aprovechar hasta última hora y quizás cuando el sol iba apretando algo menos.
No obstante nos quedó pendiente ganas el poder llegar hasta el jardín de mariposas y donde estaban las tortugas.
Para romper la «clásica rutina» de domingo estuvo bien el plan 🙂 y culminando con un heladito de regreso a casa.
Así como quien no quiere la cosa, ha pasado otro año y las niñas han cumplido 3 añitos ya. También ha sido una ausencia bastante prolongada desde que escribía el último post cuando visitamos Bangkok.
¿Qué da de sí un año? pues la verdad que se han juntado muchas cosas y más aún en los meses recientes debido a la situación de pandemia global provocada por el coronavirus. Algo que me he dejado en el tintero pero que no sería mala idea comentarlo el cómo se vivió desde los inicios por allá a mediados del mes de Enero; seguiría su paso hacia Europa, América y desatando la alarma global que aún durará por unos meses más.
En lo que a viajar respecta, será uno de esos años que se recordará por mucho tiempo como uno de los menos viajeros. Un sector el del turismo muy afectado con la paralización de muchas rutas y su consiguiente impacto en los establecimientos hoteleros. Ya se podrán imaginar lo mucho que supone para mis Islas Canarias, pero confiar que la recuperación vaya lo mejor posible aunque llevará su tiempo claro está.
Y metidos de lleno en el verano, aprovechando lo que se puede con algunos días de piscina pero con los rebrotes que estamos teniendo estos días, se ha empezado a dar un paso atrás y se empiezan a cerrar algunas instalaciones 🙁
Si todo no se tuerce, las niñas empezarán el colegio en la primera semana de septiembre. Veremos si el virus sigue contenido y no afecta al transcurso de las clases; el panorama puede cambiar de una semana para otra y hay que seguir siendo prevenidos y sobre todo con los más pequeños.
Ahora que «he roto el hielo» nuevamente, será cuestión de no abandonarme y volver a retomar el buen hábito de postear semanalmente. Veremos lo que puedo dar de mi mismo 🙂
Después de haber llegado de madrugada, la ciudad nos recibía con un buen día de sol y cielo despejado. Hola Bangkok! aquí estaremos durante los próximos cinco días para disfrutar con nuestras hijas.
Echando la vista atrás, la última vez que había pisado la ciudad fue por allá en el 2011 cuando hicimos escala Alberto y yo antes de poner rumbo al sur hacia Koh Tao. Una ciudad que no deja indiferente a nadie, una gran urbe pero donde las cosas funcionan con bastante armonía.
Hay tráfico? sí, pero inevitable en cualquier ciudad asiática. Se pasa calor? pues a beber más coco o limonadas 😀 pero es que se come muy bien, tiene templos y zonas comerciales. En nuestro caso, sabiendo que la ciudad contaba con unos cuantos centros comerciales (Siam Paragon y similares) donde poder entreternos y estar al fresquito, era la opción que más no convenía.
Este puestito de mangos fue un muy buen descubrimiento. Tanto así que fuí en más de una ocasión para comprar un «sticky rice». Se ve que era un sitio popular para turistas porque siempre estaba bastante animado, incluso escuché alguna gente de Hong Kong. Muy recomendable el sitio, bien cerquita de la salida de metro de Thong Lor.
El metro es otra de las comodidades que tiene la ciudad, además de tener una perspectiva diferente de la ciudad. En esta ocasión tuve que ir a una parada de distancia para ver si daba con un sitio para cambiar dinero. Siendo domingo la cosa no estaba fácil con las casas de cambio pero finalmente encontré uno abierto y cambiar para los siguientes días.
En una de las vías principales y donde estaba situado nuestro hotel, cruzar la calle puede ser un poco odisea aún habiendo semáforos. Y curiosos algunos de los vehículos como esta mini guagua, llena hasta más no poder..
Justo cuando volvíamos de haber estado visitado «The Commons«. Un espacio bastante interesante donde encontrar tiendas, sitios para comer y también algo de arte.
También con tiempo de poder visitar el famoso templo de Wat Arun. Eso sí con un día de bastante calor, el que más durante nuestra estancia. Menos mal que fuimos bien entrada la tarde, pero la sudada no nos la quitó nadie.
Así que, el cuerpo pedía tomar algo fresquito. Mantenernos hidratados y protegidos de los rayos, sobre todo las niñas.
Cada día empezamos con nuestro desayuno, un poco más tarde algo de piscina y luego turno para salir a dar una vuelta. Bien nos quedamos cerca de la zona del hotel o bien nos movimos en taxi hasta otro sitio. Con las niñas no se puede llegar a planificar todo y hay que ir improvisando según se vaya viendo.
Por lo general diría que el viaje salió bastante bien y disfrutaron, que es lo más importante. Fue una buena excusa el poder aprovechar antes de que cumplieran 2 añitos (justo regresamos a HK un día antes de la fecha).
El mes de enero va con buen ritmo y casi que dentro de nada lo tenemos que ir despidiendo. Un 2019 que promete seguir siendo movidito como en los últimos compases del año pasado.
Las niñas creciendo juntas y cada día con actividad sin cesar. Son una fuente de energía casi inagotable y hay días que pesan más que otros. Da alegría ver que salten, caminen, jueguen, se enfaden… un sinfín de situaciones en el día a día. Cada una con su forma de ser, parecidas pero diferentes a la vez. Sofía (la mayor) es la más pícara pero también sus travesuras influencian a Mía; nos trae de cabeza con algunas de sus trastadas.