El puente romántico

Tamshui fue otro de los sitios que habíamos visitado la vez anterior y que recordamos especialmente por lo mucho que nos gustó, no sólo por el ambiente sino también por la comida. Vimos que en este tiempo había evolucionado bastante pero que los sitios aún se conservaban

Para allá nos fuimos cogiendo la línea roja de metro hasta su última parada. Alejándonos del centro y pasando por barrios que se iban dispersando y encontrarnos con el mar y naturaleza.

Recuerdo esta explanada que antes era poco más que tierra y ahora ha mejorado bastante con el acondicionamiento del paseo tanto para la gente a pie como aquellos en bicicleta, la zona es perfecta para dar un agradable paseo mientras se contempla el atardecer.


 

Cogeríamos un barco rápido que nos llevaría hasta la zona del paseo marítimo situada más al norte y que la vez anterior no vimos porque lo desconocíamos. Compramos el billete de ida y vuelta, y nos embarcamos en un trayecto de apenas diez minutos hasta el «Fishermans Wharf» y en la que nos encontraríamos el Lovers Bridge, el puente de los enamorados


 

 

A lo largo de la costa un bonito paseo para disfrutar de la brisa y las luces al otro lado. Al final del paseo llegabas a una esplanada que contaba en ese momento con una actuación de música y de fondo un bonito hotel junto con una torre mirador panorámico. Nada que ver con la otra zona donde se agrupan muchos puestos de comida y la presencia de gente es más concentrada.

Lo mejor de todo es la vista nocturna con el puente iluminado.

Tiempo de volver sobre nuestros pasos y tomar el barco de regreso con tiempo de sobra antes de la hora límite de las diez y media. Después del paseito va apeteciendo ir a picar algo y ya tenemos en mente algún que otro sitio.

Así que ya saben, no dejen de escaparse y relajarse con las vistas al mar de Tamshui, bien merece la pena el lugar y además con sitios románticos.

Cosas en China

En una de las últimas visitas a China continental y a pesar de no haber ido con una cámara en condiciones, siempre me gusta observar el trayecto lo más pegado a la ventana posible. Tan pronto uno pasa la frontera en Shenzhen dejando atrás la ciudad, nos damos cuenta cómo van cambiando las cosas a nuestro alrededor y no sólo por que cambio del idioma del cantonés al mandarín, las formas de la gente y el paisaje. Un trayecto que solemos hacer cuando vamos a visitar a los familiares de mi novia, como quien dice «al pueblo». Nos cogemos el tren en la misma estación cerca de Lo Hu y en apenas 45 minutos hemos llegado a nuestro destino, aunque luego queda otro poquito más en coche hasta el punto final.

Las extensiones de campo se pierden en el horizonte. Gente que se gana el día a día en la tierra de cultivo y observa el pasar de los trenes que con el tiempo se han vuelto más veloces, pero también quedan algunos con más años que siguen haciendo su labor como trenes de mercancía o de larga distancia. El progreso de China en las redes de tren es indiscutible y le va ganando la partida al mismísimo Japón. No obstante, dentro de unos años también en Hong Kong se contará con una estación del tren de alta velocidad que nos lleve hasta Guangzhou en menos de la mitad de tiempo o también a Shanghai y Pekín en tiempo récord.

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Otros medios de transporte habituales, bicicletas adaptadas y algunas incluso con motorcito, porque para algunos eso de pedalear es cosa del pasado, aunque viéndolo de otra forma, facilita cuando llevan algunas cargas bastante pesadas y voluminosas.

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Y las viviendas son otro punto y a parte con ese estilo peculiar de enrejados que tanto gusta poner en los balcones. Macao es otro sitio donde esto también llama la atención, pero no tanto en Hong Kong. Seguro que a Quicoto le habrá llamado la atención en su reciente viaje por estas tierras.

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Las celebraciones son también algo distintas y contienen algunos matices, pero con los ominpresentes fuegos artificales o en este caso petardazos. Una forma de espantar los malos espíritus o al menos dejarlos sordos con una buena traca. Habitual que en el Nuevo Año Chino, festivales o incluso en cumpleaños estén presentes.

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¿Un camión transformer? 😀 es que en China nunca se sabe lo que puede pasar y hay que estar con los ojos bien abiertos. Son los reyes a la hora de adaptar y/o copiar las marcas como nadie y se pueden encontrar auténticas perlas.

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Especialidad en pato

En Taipei no hay esquina por la que uno pase donde no vayamos a encontrar un sitio interesante para comer algo. Así nos ocurrió estando en Ximending después de un rato dando vueltas en busca de una tienda concreta para un encargo que le habían hecho a mi novia y viendo que no la encontramos, decidimos hacer un alto en el camino. El desayuno había sido ligero con un cafecito y un waffle, con lo que al cabo de un par de horas ya se apetecía algo.

Nos llamó la atención el movimiento que había en el sitio, los cocineros casi con un pie en la calle preparando los platos que luego distribuían los camareros entre las mesas. Nos acercamos a curiosear; se puede apreciar que no era un restaurante bastante grande, una esquinita prácticamente y con no más de 10-15 mesas en su interior. Así que, el compartir mesa está a la orden del día como suele ocurrir en otros sitios de Asia.


 

Seguro que de esta foto ya se hacen una idea de qué va la cosa. Un niño en plena operación mientras que su padre teléfono en mano a la caza de una foto 🙂

Pues si, un sitio de fideos pero no uno cualquiera porque había un plato que era la estrella..

Y era la carne de pato que venía a continuación. Como se podía pedir por raciones, decidimos pedir una media que resultó ser bastante y así los trozos finales me los terminé yo mientras mi novia daba buena cuenta de los fideos.

Un gran descubrimiento y la escusa perfecta para irnos con el almuerzo puesto, nos daría cuerda para rato. La sopa no era demasiado pesada, acompañada con brotes de soja y verdurita. Y el pato estaba muy jugoso con el puntito de la piel, brutal.

Ciertamente con el nombre del sitio no me quedé pero no tengo duda que sabría ubicarme y llegar hasta él. A lo mejor Robert ha estado y nos sabe indicar con mejores señas.

¡Buen finde a todos!

Chocolate suizo

Como me conocen bien y Felipe lo sabe, es hoy cuando toca hablar un poco de comida que así se empieza mejor el fin de semana. Hoy no vengo con nada demasiado sustancioso, nada de aperitivos o primeros platos; así que nos vamos a una de las mejores partes que son los postres o en su defecto las cosas dulces. Si hay algo que me pierde mucho son los chocolates y en su sitio como en Suiza es una perdición.

Íbamos paseando por las calles del centro de Zurich cuando mis ojos divisaron el escaparate de una tienda, y menudo espectáculo había allí. Lástima que estaba cerrada porque era aún temprano pero ya sólo con la pinta que tenían esas trufas. No digo más.

La verdad que no sabría por cuáles decidirme, pero con un par de cada para probar. Sobre todo de chocolate con leche o chocolate blanco que me llaman mucho.


 

 

Dejando atrás esta tienda tan golosa, que no sería la única que nos encontraríamos, llegamos hasta la estación de trenes. Allí ibamos a despedir a una amiga y después de dar una vueltas por los alrededores descubrimos otro sitio con mucho encanto llamado Sprungli. Curiosamente la noche anterior habíamos estado hablando y surgía el nombre de unos dulces muy famosos elaborados por esta tienda, denominados «luxemburgli» y que vienen a ser como una versión mini de los macarons que están tan de moda últimamente.


 

Y no cuento qué más vimos en el interior de la tienda que sino les pongo los dientes demasiado largos. Un paraíso para todos los amantes de los dulces y/o chocolates. Menuda suerte la nuestra el haber dado con la tienda y probar los luxemburgli. No sería mala idea que estuvieran disponibles en otros sitios, pero quieras que no así se mantienen la identidad del sitio y sabiendo que sólo ahí los puedes encontrar, lo hace más auténtico.