La playa dorada

En la visita que hicimos hace no mucho a Tuen Mun, otro de los lugares para pasar una buena tarde durante el fin de semana: la playa dorada («Golden Beach»). Con bonitas vistas al fondo de Castle Peak.

En realidad fue un plan improvisado porque habíamos estado almorzando no muy lejos de la playa y las niñas no iban vestidas como para la ocasi´ón. No supuso problema desde luego y ellas encantadas de jugar con la arena y hacer unos castillos; tanto así que cuando llegó la hora de irse estaban renegando un poco, jeje.

Bien es cierto que eran eso de las 4 de la tarde cuando fuimos, y seguro que en las horas previas habría más gente pero se estaba muy a gusto. Soplaba algo de brisa y se notaba como al rato el sol empezaba a esconderse lentamente.

Al fondo algunos barcos pesqueros y un poquito más lejos aún se podía captar las obras que a´ún continúan en el aeropuerto con la tercera pista que inauguraron hace unos meses.

Para llegar hasta allí desde Fanling tardamos poquito más de media hora, y est´á bien conectado con varias conexiones de guaguas o minibus. La opción tren también es posible pero implica algunos cambios de línea y se tarda un poquito más.

Aún tenemos pendiente el visitar a un amigo que vive en la zona, así que no descartamos dejarnos caer uno de estos findes. El verano está a la vuelta de la esquina y esta playa se presenta como una buena opción a tener en cuenta para algún finde que se p`recie.

A la orilla

¿Se acuerdan que en una ocasión les hablé de Cheung Chau? Y parece que haya sido el otro día cuando visitaba por primera vez esta islita, una de las cuantas que salpican la geofrafía de la zona. El sitio ideal para pasar un día diferente y cambiar el chip además de poder comer algunas de las delicias locales mientras se da un paseo. Justamente el fin de semana y aprovechando que teníamos un día adicional, un amigo sugirió de juntarnos unos cuantos para escaparnos hasta allí. Aunque el tiempo de buena mañana amenazaba con algún chaparrón, pero que finalmente no se materializó, pero si que dio pie a un día de bastante caluroso pero que resultó de lo más agradable y más cuando uno puede estar a la orilla del agua sintiendo el fresquito del agua.

Hasta los muelles de Central nos fuimos a coger el ferry, a juntarnos un poco con el mogollón porque claro está hubo más gente que tuvo la misma idea feliz 🙂 Los barcos salen cada media hora, pero hay de dos tipos: ordinario y exprés; finalmente tuvimos que embarcarnos en el ordinario porque el exprés se llenó más rápido de la cuenta. Por delante casi una horita de trayecto, pero también buen momento para echar una cabezadita o sino sentir la brisa marina desde la cubierta trasera.

En lo que paseamos un poco por el centro y luego buscamos un sitio para comer. Buena conversación entre Tsing Tao y Tsing Tao; aderezado con gambitas, arroz frito y una vieiras con ajitos. Y puesto que uno de los amigos había llevado a su hijita de 2 años y poco, lo suyo después del almuerzo era darse un saltito hasta una de las playas cercanas. Un rato de relax para los mayores en lo que la niña se entretenía con las conchitas y chapoteando con el agua.

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Por suerte los nubarrones se irían aclarando pasados unos minutos de llegar a la playa. Los más pequeños son los que estaban disfrutando más en busca de distintos tipos de conchitas en la arena y mientras tanto algunas señoras se afanabam en capturar algunas almejas y/o pescaditos.

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Esta imagen resumen mi estado en ese momento: total relajación. Cual niño, sintiendo cómo se aproxima el agua hasta la orilla sin importar que se me mojen los tenis. Cómo se nota que soy un isleño.

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¿Son cosas mías o es que ya tengo ganas de verano? porque lo que son las temperaturas parece que está con ganas de llegar antes de tiempo, aunque seguro que no nos libramos de algo de lluvia y con esa humedad característica, pero bueno, siempre nos quedarán los aires acondicionados hasta que nos podamos dar una saltito hasta la playa más cercana y disfrutar de la orilla.

¡Buen fin de semana a todos!

Buen tiempo

Muchos estaban deseando que llegasen las vacaciones de Semana Santa para pegarse alguna escapadita, sino miren a Pau que se ha ido con la familia a Japón 🙂 Entre tanto trasiego vacacional, siempre hay gente que prefiere viajar en otras fechas y se nota algo más de tranquilidad en la ciudad ante la estampida de gente que sale con rumbo hacia otros países. Tampoco es mal plan quedarse estos días y descansar aprovechando el buen tiempo, aunque también aprovechar para montar algún plan con amigos.

Menos mal que ha hecho buen tiempo, porque ya se sabe que a veces la metereología puede ser un poco caprichosa y nos fastidie las vacaciones. Esta vez el sol ha decidido hacer acto de presencia durante estos días y eso había que aprovecharlo; nada mejor que salir a correr un poco por la mañana y disfrutar del ambiente primaveral, además de unos cuantos grados más que marcaba el termómetro.

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Hubiera sido también muy buena opción el ir de caminata a la montaña, yendo preparado con líquido suficiente porque el calor empezaba a apretar.

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No obstante, ya tenía plan montado para el mediodía. Una amiga del equipo que vive en Pui O, situado al sur de Lantau, decidió organizar una barbacoa en la playa. Allí nos juntamos un grupito de compañeros del equipo y también con los hijos de uno de ellos; lástima que a última hora hubo una pareja que no pudo unirse porque sus niños se pusieron malitos.

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Disfrutamos del sol, de carnita a la brasa junto sidra y cervecitas. Se pasaron las horas volando y ni siquiera me llegué a dar un bañito pero al menos si darme un remojito en los pies.

Todos nos habíamos quedado satisfechos con la comida aunque alguna cosita que otra sobró pero si que dimos buena cuenta entre los adultos y los peques. Tocaba el momento recogida antes de que se hiciese más de noche.

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Una vez todo recogido llevamos las cosas hasta casa de mi amiga que quedaba cerquita de la playa y poder apurar un último trago en el bar de la playa que al parecer tenía bebidas gratis de seis a ocho de la noche, así que aprovechamos antes de poner rumbo a casa. Un punto final excelente mientras vimos como la luna era eclipsada por el sol.

Combo

 

A la hora de emprender el regreso y para que no fuera todo muy apurado volando desde Mallorca a Barcelona y luego a Hong Kong (por lo que pudiera pasar), decidimos volar a Barcelona un día antes y tomarnos las cosas con calma. El día que salíamos rumbo a Mallorca que era por la tarde, nos levantamos tempranito para aprovechar el día y nos fuimos echar un desayunito en un sitio que descubrimos durante un par de días antes y que tanto nos gustó.
 

Un sitio coqueto y con buenos precios. Esta vez nos sentamos en la terracita, hacía un día de sol muy agradable y había que aprovecharlo. Mi novia lo tuvo claro y optó por un desayuno potente: pan con tomate, huevos, champiñones salteados y salchichas. El mío ahora no lo recuerdo bien y es que fue un visto y no visto.
 

El siguiente paso fue una visita a la playa de la Barceloneta. Pillamos el metro y llegamos en un momentito hasta la parada del mismo nombre y luego un breve paseito hasta primera línea de playa. Qué pena no haber ido preparado con bañador para un chapuzón, el día lo merecía, pero ya tendríamos tiempo en Mallorca 🙂
 

La gente cogiendo sitio, algunos prefieren estar en la arena mientras que otros cogen su hamaca y sombrilla. Espacio hay de sobra, pero ya a aquella hora que serían apenas las 11 había bastante movimiento. Pasar un día en la playa y teniéndola tan cerquita, es todo un lujo.
 

 

Otros en cambio, prefieren correr un poco. Hacer un poco de ejercicio al lado del mar y quien sabe si más tarde culminar nadando un poco.
 

Encontrarnos con una curiosa construcción que parece en su interior tiene luces. A lo mejor de noche ¿se ilumina y hace de faro? la proyección de la sombre es un buen escondite si no se tiene sombrilla o simplemente para pasar un rato.
 

Sin olvidarnos de la cantidad de bicicletas que circulan por la ciudad, un medio de transporte ideal y con sus espacios de aparcamiento a mano en muchas ubicaciones. Una lástima que estas rojitas sean tan sólo para residentes, sino, en un arrebato cogería una (pagando) y ponerme a pedalear por el carril bici que va en paralelo al paseo de la playa, era tentadora la idea.
 

 

Seguimos caminando otro poco más hasta que decidimos que era momento de dar la vuelta y regresar al hotel. No vaya a ser que fuéramos a perder nuestro vuelo de la tarde. Siempre nos quedará un día extra a nuestra vuelta, que bien lo aprovechamos disfrutando de nuevo un pulpito.