Hielo

Buenos recuerdos tengo de los veranos en Inglaterra hace ya un tiempo atrás. A parte de poder practicar el idioma las semanas que pasaba allí, siempre habían actividades después del horario de clases para disfrutar de nuestro tiempo libre. Así es como tuve la oportunidad de descubrir el patinaje sobre hielo. Nunca antes tuve la ocasión de probarlo, sólo el patinaje tradicional de ruedas y con ganas de ver qué sensaciones depararía. Ver esa cuchilla tan fina deslizándose sobre el resbaladizo hielo, era el primer paso pero bueno ahí estábamos para aprender.

Lo recuerdo como si fuese ayer, salir con precaución a la pista y pegarme al lateral mientras avanzaba lentamente intentando acostumbrarme a la superficie y moviendo los pies pero siempre siguiendo la valla como guía. Mientras tanto ves como otra gente que ya tiene más práctica da vueltas a más velocidad e incluso algunos hasta hacen algunas piruetas. Yo poquito a poco hasta coger confianza, y resbalarme menos, eso lo más importante 🙂

Quien me iba a decir encontrarme en Hong Kong pistas de hielo. Hasta el momento tengo dos ubicadas, una que se encuentras en el centro comercial Elements en la estación MTR de Kowloon (línea naranja); precisamente estas fotos que acompañan la entrada de hoy fueron sacadas allí. Y la otra en el centro comercial Festival Walk situado en Kowloon Tong (línea verde). Creo que hay otra pista en APM en Kowloon Bay pero esa no la he visitado, aunque si he estado hace bastante tiempo de pasada por ese centro comercial. Con este tiempo apetece ir a patinar un poco, ¿verdad? aunque casi todo el año se puede mientras uno se mantiene al fresquito de los centros comerciales.

El público es muy variado, desde los pequeños que apenas se han iniciando pasando por adolescentes y adultos. Bien sea en pareja, con la familia o los amigos. Cada cual va encontrando su propia ruta dentro de la pista, en armonía en una y otra dirección.

No estaría mal intentar desenpolvar mis habilidades en la pista de hielo para pasar un buen rato, recordar los viejos tiempos 😀

Tapas y más

No es raro el día que hay una inauguración de un nuevo sitio y más si se trata de un restaurante. Hay tantos en la ciudad que necesitaría una vida más para poder probarlos todos 🙂 Los que llevan ya mucho tiempo y luego los recientes, van y vienen, algunos para quedarse.

Es el caso de este restaurante que abría sus puertas la semana pasada, un nuevo concepto que llamará la atención a muchos. Y en la bienvenida, un poquito de sangría o jugo, aunque tambien no faltaba el vino o el cava.

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A la espera de que fuese llegando más gente, el cocinero mientras tanto iba preparando algo de comida para los asistentes. Unas ricas verduras a la plancha como champiñones o berenjenas. Luego vendrían más cositas.

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Y la gente que se saca fotos al entrar y deja su firmita en el panel cual famoso, jeje..

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Un vistazo al local con su barra y el espacio libre habilitado para esa noche, que luego pasaría a estar ocupado con varias mesitas. En una esquina, un pianista acompañaba a una.chica que cantaba clásicos pop dando un toque al ambiente. Esta vez nada de rumba ni flamenco.

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Pero bueno, y ¿qué tipo de cocina tiene el restaurante en cuestión? Un concepto que mezcla las tapas españolas y el teppanyaki japonés, de ahí su nombre T2. Una propuesta diferente para la zona de Tsim Sha Tsui en la popular callecita de restaurantes como es Knutsford Terrace.

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Y como viene siendo habitual cuando abre un establecimiento, montones de flores en la entrada del edificio. Les deseamos éxito en esta aventura españo-japonesa.

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Sorpresitas

Que levante la mano quien no haya usado una máquina expendedora para sacar un regalito 🙂 muchos de nosotros recordamos haber estado en un bar o restaurante, y divisar una máquina cargada de sorpresas en su interior. Algunos a modo de golosinas o bien con algunos juguetitos. Nos empeñábamos en querer conseguir uno de ellos y repetíamos a nuestros padres que nos dejasen una moneda de 100 pesetas. Ahora en nuestros tiempos que todo se ha dado al alza, ya hablamos de monedas de 1 euro.

En este caso, estas máquinas de la foto son bastante económicas y hay mucho donde elegir. Cada una de ellas tiene una temática como pueden ser: personajes de Marios Bros, Gundam, Ben10, mascotas como perros o gatitos… y muchos más. Su precio suele oscilar entre 5 y 10 HK$, un precio genial. Puede que alguno haya un poco más caro, pero ese suele ser el precio medio.

Y nada de un lugar cerrado, sino a las mismas puertas de uno de los muchos 7-11 que nos podemos encontrar repartidos por la ciudad, aunque no es el único sitio. También he ido a alguna sala de cine y he visto varias juntas; más modernas aún porque están todas conectadas, pudiendo pagar en un único punto con tarjeta Octopus y luego sólo debemos elegir la máquina que más nos guste y girar la ruedita.

Tengo que reconocer que alguna vez me picó la curiosidad y quise hacerme con una de estas sorpresitas. Creo que la tengo por casa, un llaverito o figurita de un ninja si no recuerdo mal. Ese momento un poco friqui que alguna vez hemos tenido, jeje. Y también es una buena excusa si nos queremos deshacer de pesadas monedas como son las de cinco y diez dólares, abultan demasiado en la cartera.

Precisión

Un paseo por los alrededores de Mongkok siempre nos puede deparar muchas sorpresas. No sólo es por las tiendas, las luces, los puestos de comida callejera… siempre hay algo más. Un elemento importante de todo el conjunto es la gente, alguna pasa un poco desapercibida y no son los que precisamente estén atendiendo en las tiendas o en los restaurantes. Otro tipo de servicio en el que la precisión es una de las virtudes el oficio de relojero.

Ubicado en un lateral de las salidas de metro en la calle Sai Yeung Choi, nos encontramos con el pequeño puestito de este señor cuyo oficio son los relojes. Cambiar correas y pilas, está a la orden del día, y la gente espera su turno mientras atiende a uno de los clientes. Parece que el trabajo se le acumula por momentos y una persona más se añade a la cola, yo soy uno de ellos pero antes prefiero dar una vuelta y hacer un poco de tiempo cuando la cosa esté un poco más calmada, ir a cenar y luego ya a la vuelta.

Llevaba tiempo queriendo cambiarle la pila a uno de mis relojes, pero lo típico que uno piensa: «ya si eso voy otro día..» y el tiempo pasó a la vez que le daba uso a otro de los relojes que tengo (que son una de mis pasiones). A la vuelta de haber comido algo estaba desocupado y no tardó nada. Aquí lo vemos reloj en mano y mientras se dispone a cambiar la pila. Uno de los utensilios descansa en la pequeña gaveta que hace a la vez de cajita para el dinero, el espacio bien aprovechado.

La próxima vez que necesite cambiar la pila al reloj, ya sé donde tendré que acudir y seguro que ese rinconcito es su lugar habitual de trabajo, así la gente puede tomar la referencia y saber donde encontrarlo. Como este señor, podemos encontrar a otros más con el mismo oficio, y es que en tan sólo unos pocos metros pueden desenvolverse en su labor y siempre con la buena opción de la movilidad de un sitio a otro.